sábado, 18 de abril de 2009

Néstor Errea, por Enrique Martín


Tarzanes como Rocha, Buttice, Miguel Ángel Sánchez, Reggi o Campi; anguilas voladoras como Claudio Vacca o Feliciani, intuitivos como Biasutto, Carnevali o Parsechian. Arqueros de Atlanta para todos los gustos, y una memoria selectiva que suele olvidar al inventor de una escuela: al que archivó la gorra y las rodilleras, el primero que salió de paseo hasta la mitad del campo, que ordenó con el índice arriba, que descolgó el centro con una mano, el que hizo vista a todos los pelotazos y se burló de los colegas escondidos en la línea y de los revolcones al cuete. Y no, qué quiere que le diga, no estamos hablando de Hugo Gatti, que también surgió en el club, pero que nunca lo quiso (ni antes ni ahora).

Estamos hablando del creador de un estilo, el verdadero creador, el sello original. Y no, no fue Amadeo, que solía fruncirse en las difíciles. Estamos hablando de la marca registrada. El primus entre pares, el dueño de la patente, código propio y personalidad inviolable. Allá está, trepando desde Sacachispas hasta la gloriosa Copa Suecia; devolviendo un zurdazo como látigo de contragolpe; allí está, la contracara física del Gordo Rocha; el dueño de los tres palos en la mudanza de la vieja canchita de al lado, a ésta, que ahora también cambió su ropa de madera por presente cementado; el propietario del número 1 durante tres temporadas que siempre obligan a la nostalgia: 59, 60 y 61. Atlanta mirando la punta de la tabla en primera división; la valla menos vencida (como se decía antes); el guiño de Osvaldo Zubeldía al pibe que hacía visera con la mano en la raya del área grande; el arbolito que parece frágil pero siembra las raíces de aquellos claveles y de una catarata de triunfos contra Boca, River, Racing, Independiente: contra todos.

Gesto de pocos amigos, el Flaco, serio e indiferente, pinta de galán francés en los años sesenta. El poseedor de la llave del colegio, que luego tendría su mejor discípulo en Alberto Poletti y seguidores leales como el Negro Comizzo y el Mono Burgos. Siempre fue distinto. Un rebelde sin ruido, rápidamente advertido por Alberto J. Armando, que lo llevó a Boca con Gonzalito para secundar al Tano Roma y para dar la vuelta olímpica en ese año 62, desde el banco, un sitio que nunca debió ser para semejante ganador como nuestro invitado de lujo; NÉSTOR MARTÍN ERREA ¿o quién iba a ser, si no?

El Flaco pagó derecho de piso en la selección nacional y en sus primeros pasos bosteros, pero cuando se asentó fue ídolo en Colón de Santa Fe, mucho más en Peñarol de Montevideo (pavada de grande en esa época), y fue también una gigantesca seguridad para el último Estudiantes ganador de la Copa Libertadores ’70, cuando le agregó años de noble añejamiento a sus increíbles virtudes de arquero-guía-jugador, para que el mismo Zubeldía durmiera tranquilo con uno de sus primeros chiches preferidos.

Un día se fue a Grecia y no volvió más. Dos líneas mezquinas de un mezquino cable de agencia noticiosa nos informaron hace unos pocos años que había muerto lejos de su país y de sus orígenes deportivos. Pero dejó huella: una larga fila de imitadores y una polémica que hoy continúa en cada café. Alguna vez el fútbol argentino –y el mundial también, ¿por qué no?- harán justicia con el Flaco Errea, el padre de una raza. Industria bohemia. Calidad probada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente descripción del más extraordinario arquero que ví en mi vida. Sólo disiento en una cuestión: no tiene herederos. Gatti fue su alumno pero sin comparación con el maestro. Su estilo fue único e irrepetible y lamentablemente se llevó el molde al cielo. Nunca tampoco he oido del periodismo especializado una alusión digna a este fenómeno. Alguna vez alguien le hará justicia. Me llamo Ignacio, tengo 64 años y soy simpatizante de Boca

Flauie dijo...

Soy, Flavia, la hija mayor del flaco y quería agradecerte tus palabras, me emocionaron mucho.

Anónimo dijo...

Soy Ignacio.Vuelvo a visitar la página para ver si hay alguna novedad y me encuentro con las palabras de la hija de Errea que agradeció mi opinión sobre su padre. Al periodista que escribió talentosamente esa semblanza le pregunto: alguna vez hubo alguna iniciativa ante los medios periodísticos deportivos para que alguien se ocupe seriamente de analizar y rememorar a ese fenómeno que no dejó herederos?. Ni el arquero con más facha y actitudes de macho dentro de la cancha (Ej. Burgos, Chilavert,etc.) esperó impasible el avance y el shot del rival como él sin que se le mueva una ceja y sin retroceder un milímetro de la posición que había elegido. No nació y creo que no va a nacer nunca un arquero igual. Cómo puede ser que los sabios del futbol no le hayan hecho el reconocimiento que merece?. A veces veo programas donde pasan parte de viejos partidos para ver si algún día emboco volver a ver al flaco en el arco. Recuerdo que cuando jugaba en Colón lo salvaba todos los domingos, también recuerdo haber visto un lunes el título " Colón 2 Errea 0, aludiendo a que el rival no pudo hacer un sólo gol por culpa del flaco. Me gustaría saber si hay forma de conseguir algún CD con algunos episodios de las grandes actuaciones del flaco.El futbol a esta edad ya no me apasiona, soy hincha de Boca desde que nací, pero siempre admiré a los grandes jugasen en donde jugasen. Y el flaco Errea fue el más grande entre los grandes del arco de todo el mundo.

gustavo dijo...

Mi nombre es Gustavo.
Felicito a Enrique Marín y me gustaría conversar con él. Soy y seré un gran admirador de Errea, sin duda alguna el mejor arquero de todos los tiempos. Crecí admirándolo y tratando de imitarlo ya que también he sido arquero, pero en verdad era inimitable. Lo he seguido a cuantas canchas pude. Sin ser del equipo que él defendía, yo era hincha del flaco y lo miraba los 90 minutos para aprender cómo y donde se paraba en el área.
Fue el primer arquero - jugador, el primero en ubicarse antes que se terminara la jugada en el lugar exacto adonde la pelota iba. Un genio, un adelantado sin duda alguna. Alguien que seguramente en el futuro tendrá el lugar que se merece. Sería bueno iniciar una cruzada para que las nuevas generaciones sepan quién fue Nestor Martin Errea. Un señor, un arquero completo...un maestro irrepetible como lo son grandes maestros.