lunes, 23 de febrero de 2009

Se terminó la ilusión...


Atlanta perdió por 1 a 0 en su visita a Ezeiza donde enfrentó a Sportivo Italiano, puntero del campeonato, en un partido correspondiente a la 27ºfecha. El único tanto fue marcado por Britos a los 32 minutos de la segunda etapa. El Bohemio volvió a jugar mal y con esta derrota quedó prácticamente fuera de la lucha por el ascenso directo, ya que perdió una inmejorable posibilidad de bajar al puntero. La próxima fecha Atlanta recibirá a Acassuso, en día y horario a confirmar.

Osvaldo Gutiérrez, por Enrique Martín


Saltó cerca de la mitad de la cancha con todas las ganas, con toda la fuerza que siempre distinguió su presencia de gladiador de otra época, un marcador central más duro que el hormigón. Saltó, decíamos, y estrelló su cabeza contra la cabeza superfamosa de Juan Ramón Verón, la Bruja padre, el inolvidable Garrincha del Estudiantes multicampeón. El estruendo se clavó hasta en el último escalón de la popular y los dos quedaron fuera de combate, literalmente dormidos, groggy, nocaut. Un hilo de miedo recorrió Villa Crespo cuando los dos fueron dados de alta en el hospital, 48 horas después del partido y de compartir la misma sala y los mismos socorros médicos del doctor Bartfeld y compañía.

Cabeza dura, el Nene, que jugaba ese año 75 su décima y última temporada en Atlanta, la casa que decidió ocupar desde los 17 años, después de frecuentar las tres inferiores menores de Boca y el ya desaparecido Sportivo Palermo. El Nene ¡qué Nene!, alto como una tapia y potente como un toro, algo lento quizás, pero infranqueable de arriba; y de abajo te mataba. Sólo pasaba la pelota. El Nene Gutiérrez debutó en primera a los 19 en la cancha de Chacarita y después se bancó la ceguera de unos cuantos entrenadores, esforzándose en la semana y deshojando oportunidades, o aprovechándolas, como cuando apareció en la última fecha del 70 para marcar su mejor gol con un mortífero cabezazo que dejó sin aliento a Antonio Roma, el Tarzán del Boca campeón.

Algunos lo mandaron sin fundamento a cuidar el lateral, hasta que Pipo Rossi, por fin, le colocó la número 6 para todo el viaje en el expreso del 73, que arrancó ganándole a los bosteros y terminó en la campaña más grande de la historia bohemia. Para ese entonces, el Nene ya era LA MOMIA, bautizado así por Pichón Rodríguez, como chiste y homenaje a los trancazos de un picapiedra absolutamente atento y eficaz, el dueño del área en sociedad con Santiago Rico o con Miguel Pecoraro, en fin, el rústico pero tremendo zaguero (como decían anteayer) que transpiró la oro y azul en 205 partidos de hacha y pico, sin dar ventajas jamás. Metiendo hasta el caracú donde fuese, incluída la práctica en que se llevó puesto al Viejo Spinetto y obligó a otro susto, a la ambulancia y a la mareada pregunta de Don Victorio: ¿de quién es el camión que me atropelló?

De Atlanta, ¿de quién iba a ser La Momia?, documentos a nombre de OSVALDO EDMUNDO GUTIÉRREZ, el cuevero que sudó la última gota bohemia a los 27 y desembarcó con Ribolzi en el Boca de Lorenzo, es decir, en el punto de partida que lo descubrió un poco tarde. Y también fue de Vélez, de Gimnasia, de Loma Negra, del Deportivo Cali.

Pero él elige una sola casaca a la hora del recuerdo. Su trampolín, su consagración, los amigos, y el afecto de una tribuna que le creyó durante una enorme pila de partidos a la seguridad del Nene, ese tipo que todos quisieran tener allá atrás, donde no se puede fallar, donde La Momia mostraba los dientes y todos dormíamos tranquilos.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Sin fútbol, ni ideas...


Atlanta igualó 0 a 0 como local frente a San Telmo en un partido correspondiente a la 26º fecha del Campeonato. El Bohemio no tuvo ideas, ni fútbol para superar a un rival muy inferior. Agüero fue insultado por los plateístas. La próxima fecha Atlanta visitará a Sportivo Italiano el sábado desde las 17.10 en Ezeiza.

lunes, 16 de febrero de 2009

Jorge "La Chancha" Fernández, por Enrique Martín


La verdad, por la pinta en el desfile preliminar, no parecía el mejor reemplazante para ese Luisito Artime que se iba a River cansado de ganar él solo en tantos finales electrizantes. La popular de Muñecas lo miró de entrada con recelo, y recién le otorgó la visa de residencia tribunera cuando la gran esperanza de la casa, el Gordo Poggi, se quedó sin suerte en la largada. Ahí sí, LA CHANCHA se adueñó del nueve mentiroso sobre el azul y el oro de la camisa (sí, era una camisa, sin propagandas ni diseños ridículos).

Bueno, La Chancha fue ese nueve tramposo durante seis temporadas, del 62 al 67. Un nueve que jugaba de diez y le servía la papa en bandeja a Pichino Carone y al Loco Ochoa, primero; a Puchero Domínguez y al Huye Salomone, después. Jugaba de atrás, con la frente siempre mirando hacia el horizonte, pisando la pelota desde sus piernas chuecas, qué digo, pinchándola con su magia, con el único malabarismo que vale en el fútbol; gambeteando para adelante y poniendo el moño con un pase sin mirar o pegándole despacito, lejos del Tano Roma en aquel inolvidable 4-2 en la Bombonera, primera fecha del 64; lejos del Mono Irusta en el
Gasómetro o cabeceando contra la ex platea Colonia el memorable triunfo del 66 contra River, tan grande como el de dos años antes, cuando el Negro Vignale se la mandó a guardar a Amadeo desde 40 metros, y después el Manija Puntorero le dibujó el segundo con caño y todo.

La Chancha, lo dije, hacía jugar a todos, como un director de orquesta inspirado e imprescindible. Era uno de esos tipos tan necesarios, que el hincha hasta podía volverse a las casa si la voz del estadio no lo nombraba en la formación, mientras esperábamos en la vereda del bar El Ombú, esquina de Humboldt y Murillo. Y se hizo querer. Le costó, pero llegó a ser ídolo de muchos que se agarraron la cabeza cuando aterrizó en Boca con el Chacho Cabrera en el 68. Y justo él, que era la estrella de la doble transferencia, hizo sapo entre los bosteros y terminó de vuelta en Villa Crespo un año después.

Y lo hizo para que volviéramos a adivinar sus toques de primera, sus cambios desde treinta metros y la cabeza levantada siempre hacia el sol, como una estatua de bronce. El asunto es que también firmó 51 goles, más que Luisito, y resultó el sexto artillero de Atlanta en toda la historia. Sin despeinarse, sobrando la parada, haciendo siempre la más fácil.

Ahora atiende otra parada. Con aquel jopo rubio hecho ceniza, cuida su puesto de diarios frente a la Iglesia de la Medalla Milagrosa, en Asamblea y Curapaligüe. Fue ahí que el marido de una de sus hijas nos preguntó si había sido tan bueno como insistían los amigos que –dijo- lo tenían podrido con las anécdotas donde el suegro parecía casi Maradona. No le contestamos nada. Lo dejamos con la duda. Y le devolvimos al diariero la pared de una sonrisa de los ’60. Maradona no, pero tampoco un gallego más en la guía de la memoria. La Chancha, Viejo, Jorge Hugo Fernández ¡El circo que hubiese armado con Diego..!

Carta abierta del Presidente Alejandro Korz


El último esfuerzo

Cada vez que camino por la Avenida Corrientes, en el extenso tramo que va desde Ángel Gallardo hasta Humboldt, me cruzó con algún socio y/o simpatizante bohemio que me pregunta "Y... ¿Cuándo volvemos a jugar en Villa Crespo?"
Obviamente siento una gran presión, pero también un legítimo orgullo, por todo lo que se hizo.
No es falsa modestia si les digo que este logro no pertenece a una Comisión Directiva y mucho menos a una persona en particular. Esta obra es posible por el aporte de cada uno de ustedes.
Fuimos muchos los bohemios que soportamos, estoicamente, cuatro años de peregrinaje por diversas canchas (lo que solo de alquileres nos costó $350.000 y a lo que se debería sumar las pérdidas en la venta de la estática o la imposibilidad de alquilar nuestro estadio) y a pesar de los sinsabores e ingratitudes, muchos de ustedes se acercaron a colaborar en las diferentes movidas organizadas: rifas, bonos para la colecta de "100 bohemios para 10 camiones de cemento", la compra de remeras, los eventos de la peña, adelantar la cuota anual, poner el nombre en la butaca o en uno de los ocho sectores de la platea baja y ni hablar de las empresas que donaron pinturas, banderas, vidrios, poli carbonato, etc.
Si empiezo a nombrarlos voy a quedar mal con muchos de Uds., por eso quiero sintetizar en las donaciones del padre Perrupato o la del recientemente fallecido rabino Ariel Korob, para que se comprenda que esta pasión que tiene más de 100 años y que aguardamos nos sobreviva a todos nosotros, excede la división en religiones. “Judío como Cristo” dice la canción del amigo y compañero Beto Asurey.
Un día, un jugador me sorprendió con una donación de una parte importante de su sueldo: “es para acelerar la cancha” me dijo, y pidió que nadie se entere de su nombre. Hoy, ese mismo jugador volvió al club y colocó el nombre de su hijo en una de las plateas.
Claro que las cosas serían mucho más fáciles con un subsidio oficial, el aporte de algún empresario, un bingo, etc.
Pero esa sería otra historia y la nuestra es la de un club que decidió remar contra viento y marea, envueltos en una clausura de estadio poco clara y con eternos rumores de proyectos inmobiliarios, atravesados por juicios de vieja data y cuyos responsables gozan de buena salud. Nos dolían demasiado las expectativas incumplidas del reservorio o los proyectos que nunca se concretaban.
Las obras finalizadas (las cabeceras de cemento, el cerco perimetral y las mallas, los portones, las varillas de las plateas, los baños (populares y plateas), vestuarios, campo de juego, etc.) son una realidad que no se puede modificar.
Los trabajos pendientes requieren del ultimo esfuerzo que les pedía al inicio de esta nota.
Por eso los quiero invitar a los que puedan a la jornada de trabajo del sábado, a la cancha el martes para ver al bohemio, a hacerse socio, a acompañar a Atlanta en esta epopeya que es de todos porque muy pronto volveremos a ser locales otra vez.
El orgullo, la vergüenza, hacen que me resulte muy difícil pedir ayuda. Sin embargo, en este caso me animo porque lo hago por una causa que nos excede y supera, una pasión que nos hermana: “el que sale a la lucha”, el viejo y querido Atlanta. Estamos ni más ni menos que terminando de arreglar nuestra casa. La quiero ver cada día más linda y se que ustedes también.

Abrazo bohemio

Alejandro Ezequiel Korz
Presidente
Club Atlético Atlanta

domingo, 8 de febrero de 2009

APENAS UN TRIUNFO...


Atlanta superó en Adrogué a Brown por 1 a 0 con gol de Gabriel Alderete a los 38 minutos de la primera etapa. A pesar del triunfo el Bohemio sigue sin jugar bien, se dedicó a cuidar el resultado en vez de liquidarlo frente a un rival muy inferior, que mereció mejor suerte. La próxima fecha Atlanta recibirá a San Telmo en día y horario a confirmar.

viernes, 6 de febrero de 2009

ELÍAS YAGODNIK, Por Enrique Martín



La fiesta de cada domingo empezaba cuando el Flaco salía a la cancha con su valijita, dos minutos antes que la rutinaria fila de pechos azules y amarillos, para sacudir los tablones o el hormigón, como un rito de emociones que se prolongó por más de medio siglo, hasta convertir a un sencillo masajista en la marca mayor y mejor registrada por un club al que le regaló todo, desde el diario trajín de sus dedos tenaces hasta el reloj de su corazón insobornable. El Flaco de la valijita llegó de Polonia a los cuatro años, acaso seguro de que ese sería el último viaje largo de su vida, condenada a fatigar cada centímetro de Villa Crespo y de Atlanta, desde un orgulloso oficio de aguatero casi infantil allá por 1935, cuando las espaldas no llevaban números y el aceite verde era todo el arsenal del kinesiólogo, más un toque de agua bendita y las ridículas musleras que enviaban a cualquier lesionado a jugar como puntero izquierdo.

El Flaco de ojos celestes, ondas rubias y pocas palabras, también fue obrero tejedor y peronista hasta los ’60, en la misma fábrica donde conquistó a su esposa Dora durante algún descanso de máquinas que fastidiaban las tardes de Castillo y Acevedo. El Flaco nunca tuvo auto, ni tampoco vacaciones que no fueran las módicas pretemporadas futbolísticas en el mar o en la sierra, ni más berretines que el mate, y el tabaco que con el tiempo fue ensanchándole la voz hasta sonar enorme en su cuerpo de jockey.

Atlanta fue su casa y su cruz, su sueldo tardío y escuálido, sus amigos Betinotti, Don León, Slipak, Chiarelli, Simoncito; su mesa de la calle Padilla donde continuaban las atajadas de Miguel Ángel Sánchez, los trancazos del Negro Clariá y cada fusilamiento de Julio Nuin desde los doce pasos. El Flaco de la valijita sólo tuvo apodos pasajeros y un apellido casi ajeno. Alcanzaba y alcanza con decir ELÍAS.

ELÍAS para recordar que Pichino Carone era sonámbulo y contaba las travesuras nocturnas de sus compañeros; Elías para refrescar la tarde que jugó en el hipódromo de Palermo a una chaquetilla como la seda bohemia, sólo por eso, y cobró un fangote que sirvió para pagar una cena a todo el plantel, que había sido invitado a apostar por un caballo del presidente Chissotti, que no podía perder, pero que finalmente llegó de noche.

Elías al costado de Pedernera, de Feliciani o del Vasco Echegaray; en cuclillas junto al Loco Dezorzi, pegado a Palito Candau, en algunas postales que colorearon 52 años de claveles rojos, de ascensos y descensos, de lágrimas y de goles; del sí a Osvaldo Zubeldía y del no a Estudiantes de la Plata; de las puteadas a Bilardo, el único día que lo echaron de la cancha.

Elías se enfermó una sola vez, y se murió de pura bronca contra la injusticia de un pobre tipo (Diman, ése) que lo arrancó de una pasión tan grande como sus hijos Mario y Diana y sus tres nietos.

En junio de 1987, el mismo día que Gardel (24/6), llegó al Cielo con la valijita de madera, para ocupar su lugar en el banco de Atlanta, al lado de Dios, pavada de entrenador.

lunes, 2 de febrero de 2009

EMPATE Y PREOCUPACIÓN...


Atlanta igualó como local 1 a 1 frente a Talleres de Remedios de Escalada, en un partido correspondiente a la 24º fecha del campeonato. El Bohemio abrió la cuenta por intermedio de Miguel "Mágico" González a solo 25 segundos de haber iniciado el encuentro, sin embargo la visita igualó a los 6 minutos del segundo tiempo por intermedio de Gímenez. Atlanta tenía todo para ganar, jugaba contra un rival casi descendido, empezó ganando practicamente desde el vestuario y aún así no pudo quedarse con la victoria. La próxima fecha el conjunto de Agüero visitará a Brown en Adrogué, en día y horario a confirmar.