lunes, 16 de febrero de 2009

Carta abierta del Presidente Alejandro Korz


El último esfuerzo

Cada vez que camino por la Avenida Corrientes, en el extenso tramo que va desde Ángel Gallardo hasta Humboldt, me cruzó con algún socio y/o simpatizante bohemio que me pregunta "Y... ¿Cuándo volvemos a jugar en Villa Crespo?"
Obviamente siento una gran presión, pero también un legítimo orgullo, por todo lo que se hizo.
No es falsa modestia si les digo que este logro no pertenece a una Comisión Directiva y mucho menos a una persona en particular. Esta obra es posible por el aporte de cada uno de ustedes.
Fuimos muchos los bohemios que soportamos, estoicamente, cuatro años de peregrinaje por diversas canchas (lo que solo de alquileres nos costó $350.000 y a lo que se debería sumar las pérdidas en la venta de la estática o la imposibilidad de alquilar nuestro estadio) y a pesar de los sinsabores e ingratitudes, muchos de ustedes se acercaron a colaborar en las diferentes movidas organizadas: rifas, bonos para la colecta de "100 bohemios para 10 camiones de cemento", la compra de remeras, los eventos de la peña, adelantar la cuota anual, poner el nombre en la butaca o en uno de los ocho sectores de la platea baja y ni hablar de las empresas que donaron pinturas, banderas, vidrios, poli carbonato, etc.
Si empiezo a nombrarlos voy a quedar mal con muchos de Uds., por eso quiero sintetizar en las donaciones del padre Perrupato o la del recientemente fallecido rabino Ariel Korob, para que se comprenda que esta pasión que tiene más de 100 años y que aguardamos nos sobreviva a todos nosotros, excede la división en religiones. “Judío como Cristo” dice la canción del amigo y compañero Beto Asurey.
Un día, un jugador me sorprendió con una donación de una parte importante de su sueldo: “es para acelerar la cancha” me dijo, y pidió que nadie se entere de su nombre. Hoy, ese mismo jugador volvió al club y colocó el nombre de su hijo en una de las plateas.
Claro que las cosas serían mucho más fáciles con un subsidio oficial, el aporte de algún empresario, un bingo, etc.
Pero esa sería otra historia y la nuestra es la de un club que decidió remar contra viento y marea, envueltos en una clausura de estadio poco clara y con eternos rumores de proyectos inmobiliarios, atravesados por juicios de vieja data y cuyos responsables gozan de buena salud. Nos dolían demasiado las expectativas incumplidas del reservorio o los proyectos que nunca se concretaban.
Las obras finalizadas (las cabeceras de cemento, el cerco perimetral y las mallas, los portones, las varillas de las plateas, los baños (populares y plateas), vestuarios, campo de juego, etc.) son una realidad que no se puede modificar.
Los trabajos pendientes requieren del ultimo esfuerzo que les pedía al inicio de esta nota.
Por eso los quiero invitar a los que puedan a la jornada de trabajo del sábado, a la cancha el martes para ver al bohemio, a hacerse socio, a acompañar a Atlanta en esta epopeya que es de todos porque muy pronto volveremos a ser locales otra vez.
El orgullo, la vergüenza, hacen que me resulte muy difícil pedir ayuda. Sin embargo, en este caso me animo porque lo hago por una causa que nos excede y supera, una pasión que nos hermana: “el que sale a la lucha”, el viejo y querido Atlanta. Estamos ni más ni menos que terminando de arreglar nuestra casa. La quiero ver cada día más linda y se que ustedes también.

Abrazo bohemio

Alejandro Ezequiel Korz
Presidente
Club Atlético Atlanta

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